

Matthew Herbert. ONE CLUB. 8/10 |
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Discográfica: Accidental Records. (AC44CD) Edición: 11 Octubre 2010. País: Reino Unido. Tipo: Disco De Estudio. Género: Electrónica. Estilo: Electrónica Experimental, Techno Experimental. Característica: Experimental, Samples, Innovador, Hipnótico, Enérgico, Conceptual. Idioma: Inglés. |
Segunda parte de la trilogía ‘One’, iniciada seis meses antes con One One (Accidental Records), un álbum creado enteramente por Matthew Herbert, y que concluye con One Pig, creado a partir de los sonidos grabados durante la vida de un cerdo (sí, el animal de granja).
El que nos ocupa se caracteriza por emplear únicamente sonidos captados en el club Robert Johnson, situado en Offenbach del Meno, Alemania. La noche del 9 de Septiembre del 2009, el artista inglés, junto con un equipo técnico, llenó de micrófonos la sala, pero no sólo en la pista de baile, sino también en el techo, en la cabina de pinchadiscos, en taxis, en el guardarropa, en el bar, en los baños... En definitiva, puso más micrófonos en el club que el FBI en una reunión de capos mafiosos.
Esos micrófonos grabaron todos los sonidos que allí se produjeron, incluyendo “gente besándose, agitando llaves, haciendo beatbox, cantando y, por supuesto, bailando”. Matthew Herbert se metió en su estudio con las cintas grababas aquella noche y poco más de un año después tuvo listo el resultado. Todos los temas fueron creados a partir de los sonidos allí captados: hasta los títulos de los temas son nombres de personas que estuvieron en el club.
Como su predecesor, One One, este es un álbum de electrónica experimental, vanguardista, exigente con el oyente y en las antípodas de las tendencias comerciales contemporáneas. Ahora bien, no es exactamente una obra continuista. Si la primera parte de la trilogía es intimista, vulnerable, ambiental; esta es enérgica, puro estruendo en ciertos pasajes y, a su manera, bailable. No son esas piezas que tengan muchas opciones de sonar en las pistas, ni siquiera, irónicamente, en el club Robert Johnson, pero es música dance. Ahora bien, lo es a la manera en la que también lo eran las producciones de Matthew Herbert con sus alias Wishmountain o Radio Boy, cuando creaba electrónica de baile destruyendo Bigs Macs o cafés de Starbucks.
Que nadie piense en el house melódico de Around The House (Accidental Records, 1998 ) o Bodily Functions (Accidental Records, 2001), sino en la minimalista estética de Plat du jour (Accidental Records, 2005), que es el más claro antecedente, en la discografía del inglés, de lo que aquí se escucha. Su estilo, que implica la querencia por determinados timbres, el empleo de unos patrones rítmicos muy característicos, será inmediatamente reconocido por los seguidores de Matthew Herbert, sólo que, en muchos de los cortes, todo lo que tenemos es eso, estilo.
Eso bastará para atraer a sus incondicionales, a los que aprecian su búsqueda de nuevas formas de expresión para la electrónica ―a medio camino entre la música concreta y el ruidismo―, pero posiblemente ahuyente a todos aquellos que llegaron a él gracias a su vertiente pop-jazzística, la desarrollada en obras de inmediato encanto como Scale (Studio !K7, 2006) o There’s Me And There’s You (Studio !K7, 2008).
Matthew Herbert terminó esta obra una vez entregado Recomposed Mahler Symphony X, trabajo encargado por Deutsche Grammophon en el que reinterpretó la inacabada Décima Sinfonía de Malher. De esa propuesta se trajo dos elementos. El primero de ellos es un rango dinámico amplísimo, que pasa de pasajes casi imperceptibles a fragmentos de muchos decibelios. De modo que tienes dos opciones: ir ajustando el volumen, con lo que estarás creando una obra alternativa, o escucharlo en un entorno lo más silencioso posible, para percibir las partes casi inaudibles sin que peligren tus tímpanos en el resto.
El segundo de los elementos es el protagonismo otorgado a los sonidos, considerando todo lo demás ―ritmo, melodías, harmonías...― cuestiones secundarias o, incluso, meros pretextos. Lo que le interesa es explorar timbres, estéticas, paisajes sonoros, tratar eso que suele considerarse ruido desde un punto de vista musical. En cierto modo, lo que propone Matthew Herbert no son canciones, sino cuadros sonoros, mezclas de colores plasmados sobre lienzos. Eso no niega, sin embargo, que el inglés sea capaz de crear piezas magnéticas en cuanto se le presenta la ocasión. Basta con fijarse en las dos finales, Marlies Hoeniges y Kerstin Basler, en las que aprovecha fragmentos que debieron cantar varios de los asistentes para introducir brillantemente esas líneas vocales en un contexto electrónico. Asombra comprobar lo bien que encaja.
Créditos:
Matthew Herbert: Compositor, Productor.
Mandy Parnell: Masterizador.
Ross Adams: Ingeniero.
Demus: Ingeniero.
Hugh Jones: Ingeniero asistente.
Temas:
1. Robert Johnson. 4:13
2. Alex Duwe. 5:38
3. Jenny Neuroth. 5:21
4. Oliver Bauer. 5:12
5. Djalal Malekidoost. 8:13
6. Rafik Dahhane. 7:01
7. Markus Bujak. 5:58
8. Nicolas Ritter. 8:34
9. Marlies Hoeniges. 6:22
10. Kerstin Basler. 7:54
Duración: 1:04:26