

Concha Buika. EL ÚLTIMO TRAGO. 7/10 |
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Discográfica: Casa Limón, DRO, Warner Music. Edición: Octubre 2009. País: España. Tipo: Disco De Estudio. Género: Folclore, Latina. Estilo: Jazz Afro-Cubano, Jazz Latino, Flamenco, Jazz-Flamenco, Copla, Bolero, Son. Característica: Versiones, Pasional, Dramático. Idioma: Español. |
Es curioso que, cuando Concha Buika debutó con un álbum funky-bailable-electrónico, Buika (Dro Atlantic, 2005), casi nadie se interesase por su música. Sin embargo, reapareció un año después con un segundo disco producido por Javier Limón, Mi niña Lola (Dro Atlantic, 2006), y bastó con cambiar el enfoque (nada de bases electrónicas y sí instrumentación tradicional) y el repertorio (flamenco, coplas y boleros en lugar de funk y experimentos de electro-flamenco) para vender más de 100.000 copias. La vocalista era la misma, el poder de fascinación de su interpretación vocal estaba ya presente en su primer larga duración, pero fue necesario presentarlo en un contexto más convencional para que su talento fuese reconocido y apreciado.
Por entonces llevaba también varios años colaborando con artistas de la escena house, incluyendo memorables contribuciones a producciones de Kiko Navarro, pero tampoco esa faceta le reportó apenas notoriedad más allá de la esfera electrónica. Quiere esto decir que el gran mérito de Javier Limón (y, por tanto, acierto de Concha Buika al contar con él), no fue tanto servirle unos arreglos impecables, sino, sobre todo, crear el contexto con el que más posibilidades tenía de convencer a sus oyentes al mostrar su talento interpretativo.
Que Mi niña Lola fuese un éxito de ventas fue importante, pero lo más positivo es que con el cambio de repertorio Concha Buika era ya reconocida como una de las mejores cantantes contemporáneas, cosa que difícilmente habría conseguido como diva de funk.
Tras la fenomenal acogida reservada a Mi niña Lola, es comprensible que el siguiente álbum, Niña de fuego (Dro Atlantic, 2008), fuese continuista en todos los aspectos. Sin embargo, para su tercer disco como afortunada pareja productor-vocalista, Javier Limón y Concha Buika decidieron variar sensiblemente su propuesta. La excusa fue el homenaje a la gran Chavela Vargas y el aliciente, o sueño cumplido, como afirma Javier Limón, la colaboración del pianista Chucho Valdés. En mente, por supuesto, el éxito de la colaboración entre Bebo Valdés y Diego El Cigala, pero sólo como referente, como prueba de que una unión así tiene perspectivas comerciales, pues este es un asunto muy diverso, en ningún caso un intento de repetir tal hito.
En cualquier caso, el gran atractivo de El último trago, además de la interpretación de Buika, que sigue siendo el elemento central, reside en su acercamiento al jazz latino y, dada la participación de Chucho Valdés, en su hermano gemelo, el jazz afro-cubano. Este es un álbum de jazz latino un tanto sui-géneris, o muy peculiar al menos, pero es la obra más jazzística y latina de las grabadas por la vocalista hasta entonces. Es asombrosa la naturalidad con la que se enfrenta al repertorio popularizado por Chavela Vargas (lo que incluye, naturalmente, varias composiciones de José Alfredo Jiménez) y cómo lo lleva a su terreno. Pero esa ha sido siempre la clave de su música: reinterpretar a su manera coplas, boleros, rancheras o bulerías. Cantar coplas como si fuese flamenco, boleros como si fuese son cubano, flamenco como si fuese jazz…, lo que se proponga.
Según afirma Javier Limón, El último trago se grabó en once horas. Sin embargo, lo que se escucha no da la impresión de ser el resultado de una intensa sesión de grabación dominada por la improvisación y la interacción entre los músicos. Suena a arreglos milimétricamente medidos, a fusión calculada, a pulcritud y corrección extremas, de modo que sólo Concha Buika da la sensación de salirse puntualmente del guión, pues ni siquiera Chucho Valdés estuvo muy por la labor de aventurarse en territorio desconocido.
La fusión de ambos intérpretes es estimulante y el álbum muy recomendable. Posiblemente lo que se produjo en el estudio fue una verdadera experimentación sin red, pero que no dé esa impresión es un terrible lastre para una obra a la que le hubiera venido muy bien una mayor dosis de locura y riesgo. Con todo, sigue siendo otro recomendable álbum de una artista, Concha Buika, cuyo crecimiento seguía imparable.
Temas:
1. Soledad.
2. Sombras.
3. La ciudades.
4. Cruz de olvido.
5. El andariego.
6. En el último trago.
7. Se me hizo fácil.
8. Un mundo raro.
9. Las simples cosas.
10. Somos.
11. Luz de luna.
12. Vámonos.